La pulpería: lugar de encuentro y diversión
Era el lugar de reunión; el pulpero atendía a sus clientes tras gruesos barrotes de hierro para estar a salvo de posibles ataques.
En la pulpería los gauchos compartían copas, juegos y cantos. Tampoco faltaban las peleas, que en defensa del honor se desataban, cuchillo en mano. También era el espacio de recreo entre los duros trabajos y funcionaba como almacén de ramos generales, donde se podía adquirir desde un kilo de yerba hasta los tablones y clavos para armar un galpón.
En su terreno podía asistirse los domingos a las carreras cuadreras o de sortija, a duelos verbales filosos en tono de payada y a duelos de los otros. En algunas de ellas existían pistas de baile, e incluso pequeños teatros rurales.
Por el año 1810 existían en la provincia de Buenos Aires (que por entonces incluía a la capital) unas 500 pulperías. Las hubo rurales y urbanas y hasta algunas muy precarias, llamadas pulperías volantes, que se trasladaban siguiendo las cosechas.
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