Seguimos realizando nuestro recorrido por cuentos tradicionales africanos.
Hoy:
Magutín y la anciana
Hace mucho tiempo, en un pueblo de Guinea Ecuatorial, vivía una muchacha llamada Magutín.
Era muy amable y después de hacer su trabajo en casa acudía siempre a buscar agua para una vecina suya, muy vieja y enferma de la vista.
La anciana estaba muy agradecida por los cuidados que le dispensaba la chica, así que un día le dijo: —Por lo bien que me has cuidado durante todos estos años, quiero hacerte un regalo.
Y al instante, colocó sobre la mano temblorosa de la chica un anillo, que según le dijo era mágico y le proporcionaría todo lo que deseara.
Mientras tanto, el rey de aquel lugar estaba triste. Su mujer, la reina, había enfermado y ninguna de las medicinas que habían probado surtía efecto.
La reina empeoraba día tras día. Tan preocupado estaba el rey que mandó a su hijo por todo el reino a buscar alguna medicina que aún no hubieran probado y que resultara más efectiva.
Así fue como el príncipe llegó al pueblo de Magutín. Al ver a la chica quedó prendado de ella y acercándose a la muchacha le contó su triste historia.
Magutín, conmovida por las palabras del príncipe, entró en su casa y pidió al anillo mágico una medicina eficaz para la reina. Sin embargo, nada apareció y la muchacha empezó a temer que el poder del anillo no fuera cierto.
Entristecida por no poder ayudar al príncipe, del que se había enamorado a primera vista, se despidió de él y le dijo que muy a su pesar no podía ayudarle.
Sin embargo, cuando Magutín regresó a casa vio que en el jardín había una planta nueva que jamás había visto con una hermosa flor.
Rápidamente, la muchacha guardó algunas hojas de aquella planta misteriosa y se dirigió con rapidez a ver al rey.
Una vez allí, le comentó que creía poder sanar a la reina con una medicina que solo ella podía preparar. El rey, entusiasmado, trasladó a la muchacha a la cocina. Nuestra heroína preparó entonces una infusión con ellas y la llevó a la habitación donde la reina se encontraba postrada.
La infusión surgió efecto en el acto y el rey, muy complacido, ofreció a Magutín estudiar en palacio acompañada de la presencia del joven príncipe.
Por eso, en la isla de Annobón, cuando se titubea ante prestar ayuda a alguno de sus vecinos, las personas que la rodean suelen decir: “Ayuda, Magutín, no dejes pasar esta oportunidad.”
Fuente: Creus Jacint, Mº Antonia Brunat, Cuentos Annoboneses de Guinea Ecuatorial, Magutín y la anciana (p. 69), Centro cultural Hispano-Guineano Ediciones, 1992
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